Así se vive un año escolar de secundaria en el extranjero, mes a mes 📅

Estudiar extranjero mes a mes

Vivir un año escolar en el extranjero puede parecerse bastante a una montaña rusa de emociones 🎢. Desde la ilusión de los preparativos hasta la nostalgia de la despedida, cada mes trae consigo descubrimientos, retos y aprendizajes que marcan para siempre.

Tanto los estudiantes como sus familias suelen preguntarse: ¿qué esperar de este viaje? Aquí te contamos, mes a mes, cómo suele vivirse y sentirse esta intensa experiencia. El objetivo es que puedas formarte unas expectativas realistas y, también, que sepas aprovecharlo para que la aventura sea tan enriquecedora como inolvidable.

Julio-agosto: los preparativos 🧳

Entre maletas, despedidas y orientaciones previas, el estudiante empieza a hacerse a la idea de lo que viene. Es un mes de ilusión y (para qué negarlo) cierta ansiedad ante lo desconocido: ¿cómo será la familia?, ¿haré amigos?, ¿entenderé todo en inglés?

En lo logístico, se suelen ultimar detalles sobre los vuelos y celebrarse reuniones informativas tanto para los estudiantes como para las familias anfitrionas. La sensación es la de estar en la línea de salida de una carrera a punto de comenzar…

Agosto: llegada y primeras impresiones 👋

El aterrizaje (no solo el del avión) es emocionante, pero también agotador. El cambio de horario, la comida, el idioma… todo abruma al principio. Los estudiantes suelen sentirse como invitados de honor, mientras las familias anfitrionas buscan hacerles hueco en la rutina.

Este es el mes en el que se conoce la high school y se eligen formalmente las asignaturas. También es cuando se marcan las reglas básicas en tu nueva casa. Poco a poco, lo que parecía un sueño empieza a convertirse en la vida real.

Septiembre: asentándose en la rutina 📚

Tras los primeros e intensos días llega el momento de estabilizarse. Los estudiantes ya empiezan a hacer el oído al inglés y a plantear nuevas amistades. La rutina tanto escolar como familiar se va engrasando, y eso siempre da seguridad.

En el plano práctico suelen organizarse reuniones de bienvenida para resolver dudas y repasar normas. En esto momentos el papel de “invitado” empieza a quedar atrás y el estudiante comienza a percibir que ya forma parte de un nuevo entorno.

Octubre: sentirse parte de la familia 🎃

Octubre es el mes en que las dinámicas diarias se normalizan y el estudiante se integra de lleno en el contexto familiar y escolar: las cenas, los horarios, los planes de fin de semana se hacen más cotidianos. La emoción inicial se transforma en confianza.

Las festividades como Halloween ayudan a fortalecer los lazos, tanto en casa como en la escuela. Es un momento ideal para abrirse, invitar amigos a casa y disfrutar del día a día sin tantas comparaciones con el país de origen.

Noviembre: el choque cultural 🫨

El famoso culture shock puede aparecer aquí. No tiene por qué ser algo dramático, pero sí suele haber momentos de frustración, nostalgia o cansancio. Los estudiantes comparan, extrañan y, a veces, critican. Lo mismo puede sentir la familia anfitriona, en pleno reajuste de su rutina.

Acciones simples, como compartir en el Día de Acción de Gracias o conversar de forma abierta, ayudan a poner las diferencias en perspectiva. El reto está en entender que este bajón es parte natural del proceso de adaptación.

Diciembre: las fiestas, lejos de casa 🎄

Las fiestas llegan con una buena mezcla de ilusión y emociones. Para los estudiantes es fascinante descubrir tradiciones diferentes y nuevas para ellos, pero también suele aparecer cierta nostalgia al pensar en la familia natural, cómo no.

Compartir costumbres con la host family y los amigos de todo el mundo crea vínculos muy especiales. En lo logístico, quienes hacen estancias semestrales comienzan a preparar su regreso, los de año completo ya se sienten mucho más cómodos en su “segunda casa”.

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Enero: los lazos se refuerzan 🪢

El nuevo año trae energías renovadas. Si la relación con la familia anfitriona es sólida, este mes se disfruta al máximo. La confianza con el idioma es mucho mayor y las conversaciones fluyen con naturalidad.

También es un tiempo en el que pueden aparecer pequeños bajones de motivación, algo normal tras la emoción de las fiestas. Para controlarlo suelen organizarse orientaciones a mitad de estancia que permiten compartir experiencias y apoyarse entre compañeros.

Febrero: horizontes que se expanden 🚀

Cada vez con más sensación de seguridad, los estudiantes empiezan a explorar más: se atreven a probar clubs, deportes o actividades que al inicio ni se imaginaban. La relación con los amigos y los profesores ya es estable.

En paralelo, la coordinación entre la escuela y la familia anfitriona asegura que todo marche bien. Febrero es un mes corto, pero de mucho crecimiento personal: se gana independencia y de aprovechar mejor el apoyo que da la familia anfitriona.

Marzo: opiniones y comparaciones 🤔

La confianza acumulada lleva a reflexionar sobre las diferencias culturales. Los estudiantes ya no observan en silencio: opinan, comparan y hasta debaten. Esa seguridad a la hora de expresarse es señal de adaptación plena.

Al mismo tiempo, académicamente se sienten más cómodos y seguros. Para quienes necesitan convalidar asignaturas o notas, es el momento de empezar a organizar papeles con calma. La sensación general es la de estar “dominando” la experiencia.

Abril: el agradecimiento está en el aire 🙏

Con la primavera aparece cierta nostalgia anticipada: los estudiantes y las familias empiezan a ser conscientes de que la aventura tiene fecha de caducidad. Eso hace que cada momento se disfrute con más intensidad.

Se multiplican las fotos, los recuerdos compartidos y las conversaciones sobre lo vivido. En un terreno más práctico, suele coincidir con las vacaciones de primavera (el spring break), un momento ideal para tomarse un respiro, viajar o reforzar amistades.

Mayo: la cuenta atrás 🥲

Ahora sí que la cosa se pone intensa en cuanto a mezcla de sentimientos: alegría por lo logrado y tristeza por lo que se deja atrás. Se empieza a hablar abiertamente de la despedida, con fiestas o encuentros especiales.

En lo logístico, el curso escolarse acerca a su fin y toca por un lado hacer exámenes y por otro organizar maletas. Es un mes de abrazos y emociones encontradas: querer volver a casa y, a la vez, no querer terminar la aventura.

Junio: El regreso y la readaptación 🛬

Ahora sí, llega la despedida definitiva. Volver a casa trae su propio “shock inverso”: el estudiante regresa cambiado, con vivencias que quizá los de casa no entienden del todo. La familia anfitriona, por su parte, siente un vacío notable.

Aunque cueste, mantener contacto a distancia ayuda a cerrar el ciclo con cariño. Porque aunque lo parezca, el intercambio no termina aquí: se queda para siempre, como un recuerdo y un aprendizaje que marca de por vida.

Un año de secundaria fuera es mucho más que “aprender inglés”

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