Estudiar un curso académico en el extranjero es una de esas decisiones que marcan un antes y un después en la vida de cualquier persona. En especial, a lo largo de la secundaria. Por varias cosas: está el cambio de país, está la apertura a nuevas formas de aprender… y está aquello de vivir y ver el mundo que hay “ahí fuera”.
Y si cuando decimos “extranjero” hablamos de Francia, creemos que el valor de esa experiencia se multiplica. Desde iEduex, agencia experta en el acompañamiento de estudiantes de secundaria en esta aventura formativa, queremos darte nuestra opinión sobre por qué elegir Francia como destino para cursar un año escolar puede ser una de las mejores decisiones para el desarrollo académico y personal de un adolescente.
Vamos a enfocar los beneficios fijándonos en cuatro grandes aspectos: el nuevo enfoque educativo que aporta estudiar fuera, el impulso a la autonomía personal, la ventaja de dominar el francés y, por supuesto, la tranquilidad de hacerlo con el respaldo de un equipo especializado como el de iEduex. On y va!
Un enfoque académico diferente para ampliar horizontes
Estudiar en otro país implica sumergirse en un sistema educativo distinto, con metodologías, ritmos y enfoques que pueden resultar muy enriquecedores. En Francia, el modelo educativo promueve la reflexión crítica, la argumentación y la participación activa en clase. Que los estudiantes aprendan a pensar por sí mismos y a expresarse con claridad es parte esencial del modelo educativo francés.
En ese sentido, vivir en primera persona una experiencia académica en Francia durante la formación secundaria permite al estudiante entrar en contacto con una estructura curricular distinta y con otras formas de evaluación. Esto es un elemento muy valioso para enriquecer su formación y, sobre todo, darle mayor flexibilidad para afrontar los inevitables cambios que vendrán en su futuro académico y profesional.
Por otro lado, la convivencia con compañeros franceses (¡y de diferentes culturas de todo el mundo!) fomenta el desarrollo de una mentalidad más abierta y global; y la interacción con profesores “con otro estilo” que aportan distintas perspectivas prepara al estudiante para desenvolverse en un mundo cada vez más interconectado.
Dominio del francés a través de la inmersión
Y tenemos, por supuesto, el tema del idioma. Estudiar en Francia ofrece la oportunidad de aprender el francés de manera natural y efectiva. La inmersión total en un entorno francófono (tanto lingüística como cultural, en el centro educativo y con la familia anfitriona) permite a los estudiantes adquirir fluidez y soltura en el idioma tanto en contextos académicos como sociales.
La práctica diaria y constante del francés en situaciones reales, como en clase, en casa o con amigos, es el camino más directo hacia el dominio real del idioma. La diferencia respecto a recibir “clases de francés” tres horas por semana es abismal; el progreso en comprensión y expresión (orales y escritas), pronunciación, interiorización de estructuras gramaticales, vocabulario… Nada que ver.
No hace falta decir que esta competencia lingüística es una ventaja competitiva en el ámbito académico y laboral. El francés (no deja de ser el tercer idioma más “potente” del mundo según el PLI) abre las puertas a una amplia gama de oportunidades, desde estudios universitarios en países francófonos hasta carreras profesionales en organizaciones internacionales donde el francés es idioma oficial.
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Madurez y autonomía: crecer lejos de casa
En tercer lugar, está la vivencia personal de pasar una temporada fuera del entorno familiar durante la adolescencia. Es un reto (¡eso seguro!) que impulsa de forma muy significativa el crecimiento personal. Los estudiantes desarrollan habilidades de organización, gestión del tiempo y toma de decisiones al enfrentarse a diversas situaciones cotidianas por sí mismos.
Esta experiencia les ayuda a aprender que son los responsables de su propio aprendizaje y bienestar y a cómo hacerlo, fortaleciendo su autoestima y la confianza en sus capacidades. Serán capaces de adaptarse a nuevas rutinas, de resolver problemas de manera independiente y de valorar la importancia de la comunicación efectiva (y también, por nuestra experiencia, de valorar de otra manera lo que se tiene en casa…).
Y volviendo sobre los aspectos más relacionados con la diversidad, al vivir en un entorno “diferente” los estudiantes adquieren una mayor comprensión y tolerancia hacia otros estilos de vida y otras culturas. Esto supone un logro más que interesante para su desarrollo como personas, pero también una soberbia preparación para convertirse en verdaderos ciudadanos del mundo.
Una experiencia enriquecedora y segura con iEduex
Pero, bajando un poco a un nivel más práctico (pero no menos importante), una de las cuestiones más decisivas tanto para los estudiantes como para sus familias es que tanto la experiencia en sí como la preparación de la estancia sea satisfactoria, segura y lo más sencilla posible en términos administrativos y de papeleo.
En iEduex, con más de diez años de trayectoria gestionando estancias de estudios en el extranjero, sabemos lo que hace falta para que cada etapa de la estancia en Francia sea una experiencia positiva, gratificante y libre de sobresaltos. La idea es que los estudiantes puedan centrarse en aprovechar al máximo su experiencia en Francia.
Las principales claves para conseguirlo son:
- Elegimos cuidadosamente los centros educativos que forman parte de nuestro programa de estudios de secundaria en Francia.
- Las familias anfitrionas que participan pasan rigurosos procesos de selección para garantizar un entorno acogedor y de calidad.
- Ofrecemos un acompañamiento personalizado antes, durante y después de la estancia, para que tanto estudiantes como familias se sientan apoyados.
- Nuestro equipo está disponible y reacciona con agilidad resolviendo cualquier duda o situación que pueda surgir.
- Nos ocupamos de los principales aspectos logísticos y administrativos, desde la convalidación de estudios hasta la organización de viajes.
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