Estudiar fuera

Viaja y aprende: estudiar fuera es más que estudiar…

Todos sabemos lo aconsejable que es estudiar fuera. Pasar un año en el extranjero para aprender inglés es el sistema más buscado a la hora de dar la mejor formación a nuestros jóvenes. Vamos a analizar lo que supone para los niños y su desarrollo esta elección en su vida académica.

No cabe duda de que viajar es clave en el crecimiento personal y la educación de una persona, en esa etapa de la vida en la que la curiosidad necesita respuestas es importante saber qué es lo mejor que podemos ofrecerles. Podemos barajar pasar un curso escolar en Irlanda o cruzar el Atlántico y brindarles la oportunidad de estudiar en USA unos meses.

Cualquier destino que suponga aprendizaje, intercambio cultural y desarrollo académico es un plus que ayudará sin duda a los chicos a forjar positivamente su futuro. Después de un año escolar en el extranjero podrán hablar, leer y escribir inglés con fluidez y eso es más que esencial hoy en día.

Viajar enriquece y ayuda a crecer

El intercambio entre culturas es la manera más práctica de aprender. Tener la oportunidad de contrastar nuestra cultura con la de otros países nos ofrece una reacción en cadena que no hace más que enriquecer y abrir la mente. Al estudiar fuera y estar inmerso en otra cultura el aprendizaje de un idioma es algo natural lo que resulta ser un sistema mucho más rápido y fácil que otros métodos más cotidianos.

Un año en un colegio en Inglaterra, por ejemplo, es ideal para desarrollar aptitudes lingüísticas de manera fluida y natural. En este contexto tienes la oportunidad de establecer conversaciones vinculadas a todos los aspectos de la vida cotidiana y eso crea unas conexiones propias al aprendizaje del idioma nativo.

A la hora de decidirse por un destino de intercambio para aprender inglés es aconsejable tener en cuenta las características más emblemáticas de cada destino. Mejor poder completar la estancia con el deporte, los paisajes y hasta la gastronomía. La presencia de sitios que visitar que llaman la atención del estudiante siempre será un estímulo añadido para su crecimiento personal.

Conocer otras culturas nos enseña a valorar la nuestra

Cualquiera que haya pasado tiempo fuera sabe que como en casa no se está en ningún sitio. La pequeña Dorothy hizo famosa esta frase, pero todos los que hemos visto sus aventuras sabemos que el recorrido de baldosas amarillas le aportó un aprendizaje de valor incalculable.

Acompañar el estudio de un idioma con un intercambio cultural permite desarrollar la capacidad de analizar, de contrastar y así valorar mejor las escenas que la vida. El hecho de poder comparar, por ejemplo, dos culturas, define con mayor claridad la opinión que podemos hacernos respecto a la vida que llevamos en casa.

Si añadimos los nuevos sabores, colores, temperaturas, paisajes, actividades y personalidades a nuestro aprendizaje, no hacemos más que ampliar el abanico de cualidades que nos acompañarán a lo largo de la vida. El tener un gran repertorio de experiencias y conocimientos solo puede hacernos la vida más fácil, así como saber qué nos define culturalmente, qué nos diferencia de los demás y qué podemos ofrecer en esos valiosos intercambios.

Estudiar en el extranjero

Viajar es hacer amigos

Sabemos que un amigo es un tesoro y ¿Cuándo hacemos más amigos? En la adolescencia y durante aquel año en el que me fui a estudiar secundaria en Canadá, aquel curso escolar en Irlanda, aquella beca

Es maravilloso tener amigos y lo es mucho más si los tienes en varios puntos del planeta. Durante los intercambios lingüísticos nos encontraremos con las personas que viven en ese país como autóctonos, pero también con otros que vienen de países diferentes y que, como tú, volverán a sus países de origen cuando acabe el curso.

Los vínculos que nacen en las experiencias lejanas a casa son muy especiales y duraderas en el tiempo. Los buenos contactos siempre son un gran apoyo y al estudiar fuera se establecen esos lazos que nos acompañarán toda la vida. Incluso a los que ya no son tan jóvenes las redes sociales, las hay incluso laborales, nos vuelven a unir con aquellas personas de la infancia con las que compartimos las experiencias propias de aquellos años en el extranjero.

Un currículo que dice mucho

Nos encontramos en una era muy competitiva en lo que al mercado laboral respecta. Sea cual sea el puesto al que queramos tener acceso tenemos que tener en cuenta que las empresas están cada vez más globalizadas y, por supuesto, hablar idiomas es un punto a favor siempre.

¿Qué tiene de interesante el haberse ido a estudiar fuera? Pues responde a muchas exigencias presentes y futuras, pues el haber estudiado un año escolar en el extranjero demuestra una excelente capacidad de adaptación a un nuevo medio y una flexibilidad mental que facilita el pronto aprendizaje de cualquier tarea.

A la hora de preparar candidatura para, por ejemplo, acceder a una universidad de prestigio o un puesto de trabajo, tener experiencias fuera de lo común donde se han adquirido habilidades idiomáticas, culturales y sociales siempre serán un valor añadido muy positivo al recorrido académico de una persona.

Un salto, pero con red

Es una gran oportunidad para el desarrollo personal de un niño el poder disfrutar aprendiendo un idioma en su país de origen. La cantidad de recursos que generamos al estudiar fuera de nuestro país nos enriquece como personas, como ciudadanos del mundo y nos va a ayudar mucho en nuestro recorrido. Brindar la posibilidad de este “salto con red” a una edad temprana en la que la curiosidad acomoda el cerebro para recibir información útil es beneficioso para la educación académica y vital de los niños.

Inscribirse un año en un colegio de Inglaterra, vivir un curso escolar en Irlanda, vivir la secundaria en Canadá llenará de recuerdos algún álbum de fotos entrañable, construirá puentes entre continentes y abrirá puertas que sin idiomas difícilmente se podrían franquear. ¿A qué estás esperando? Gira el globo y busca el mejor destino para ayudarte a crecer.