¿Te imaginas exámenes orales de inglés en el instituto?
¡¿Cómo, exámenes orales de inglés en secundaria y bachillerato?! Que no cunda el pánico, que en este post vamos a hacer un poco de ciencia ficción. O de prospectiva, ya veremos; eso, solo el tiempo lo dirá. Pero sea como sea, sabemos que para una gran parte de la población estudiantil este sería un horizonte temible.
Y lo sabemos porque en iEduex somos muy conscientes de las dificultades que viven los estudiantes españoles para mejorar sus competencias en inglés, sea en centros públicos o privados. A casi todos, antes de empezar uno de nuestros programas académicos de inmersión en inglés en el extranjero, se les atraganta (nunca mejor dicho) el inglés hablado. Por eso, entre otras cosas, cada año ofertamos 150 becas para estudiar un año de secundaria o bachillerato en Estados Unidos
Repetimos que esto es ciencia ficción… De momento. Porque, como vamos a ver, si atendemos a los planteamientos pedagógicos y educativos actuales, centrados en el desarrollo de competencias, la tendencia apunta claramente en esa dirección de futuro (con toda la lógica del mundo).
Todo empezó en Madrid…
Detrás de todo esto hay una noticia real: la Comunidad de Madrid plantea la posibilidad de que los exámenes incluyan pruebas orales. La iniciativa, que va dirigida a todos los niveles de la educación obligatoria y el bachillerato, comenzará su andadura a partir del curso 2023/24.
En principio el alcance de la medida es muy limitado, prácticamente experimental. En primer lugar, es solamente una recomendación, planteada “desde el respeto a la autonomía pedagógica”; es decir, que la aplicarán los centros y profesores que quieran y puedan. Y en todo caso, afectaría en exclusiva al territorio madrileño.
Además, la idea parece más orientada a “promover el uso de la lengua” (se entiende que la vernácula) que en utilizarse en el aprendizaje de idiomas extranjeros. Pero si pensamos en centros educativos con programas bilingües en inglés… Y, de hecho, no se nos ocurre un área de conocimiento mejor para aplicar esta medida que, precisamente, el de los idiomas extranjeros.
Los precedentes
Lo cierto es que no es la primera vez que oímos hablar de medidas similares. Ya en la última reforma de la EVAU, hace cosa de un año, se oyeron voces que proponían que una parte de las pruebas se realizasen de forma oral; de hecho, existe un nutrido grupo de pedagogos que abogan por ello (y si no se ha hecho ya es sobre todo por dificultades logísticas).
Si echamos un vistazo al panorama internacional tampoco deberíamos extrañarnos. Países como Francia, Noruega o Austria, a los que ya nos gustaría parecernos en términos de educación, incluyen en sus sistemas exámenes orales a lo largo de la secundaria, y las pruebas orales “menores” son comunes en muchos otros países bajo la forma de presentaciones, debates, etc.
Total, que no sería en absoluto descabellado que, cual efecto de bola de nieve, las pruebas orales fueran planteándose de manera paulatina para extenderse progresivamente por otras aulas, centros y comunidades autónomas en los próximos años (ya sabes lo de las barbas de tu vecino…). Y hay buenas razones para ello.
El lado bueno (y más, en lengua extranjera)
Las razones que aduce el gobierno madrileño para promover este tipo de pruebas orales tienen sentido. Se trata de desarrollar y fortalecer aquellas competencias lingüísticas relacionadas con la expresión oral. En paralelo, se están trabajando habilidades como estructurar un discurso argumental claro o hablar en público, que no están nada mal para el futuro de los estudiantes.
Y puede que, si hablamos de áreas de tipo científico y experimental, la medida tenga menos calado (un oral en matemáticas tiene menos sentido…); pero en cuanto al aprendizaje de lengas extranjeras, tiene toda la lógica. De hecho, las pruebas orales son de lo más normal en cualquier examen de certificación de competencias en idiomas que se precie de tal nombre.
Esto es así porque las capacidades de expresión oral son una de las cuatro destrezas básicas en la comunicación práctica. Es la que más se nos resiste; una cosa es leer y escribir, o hacer un listening, y otra es hablar y conversar… Y, estaremos de acuerdo, un uso funcional de un idioma extranjero pasa necesariamente por ser capaces de hacernos entender en ese idioma en su propio contexto.
Estudiante prevenido vale por dos
Todo esto viene a encajar con nuestra perspectiva del aprendizaje del inglés, en la que las competencias funcionales son lo que realmente cuenta en un idioma extranjero; y que, si bien puedes aprender a leer o escribir inglés más o menos bien de la manera tradicional (hincando los codos) la técnica de aprendizaje por inmersión (vivir en otro idioma) es la más efectiva para desarrollar los aspectos de expresión oral.
Así las cosas, la mejor manera de desarrollar estas competencias expresivas, comunicativas y relacionales son las estancias de media o larga duración en un contexto anglófono nativo. Interactuar a diario con los hablantes nativos, entrar en contacto con la cultura, interiorizar acentos, giros, registros, etc.
Pero no vas a hacer un curso escolar en Estados Unidos, Canadá, Irlanda o Reino Unido solo para aprobar un hipotético examen oral del instituto… Por supuesto que no. Vas a hacerlo para vivir la experiencia. Para conocer cómo es la vida en otro país; para aprender a moverte con autonomía por el mundo. Y para aprender inglés de verdad, al margen de exámenes o certificaciones; verás que, si dominas el idioma, eso llegará solo…
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