Cómo empezar con buen pie con tu host family
Tu sueño de estudiar un curso académico en Canadá, pasar un trimestre en Irlanda o cursar bachillerato en Estados Unidos está a punto de cumplirse. Está todo preparado y requeté comprobado, desde la documentación a lo que vas a llevar en la maleta… Pero algo empieza a inquietarte: la host family, ¿cómo será?
Como pasa siempre que nos lanzamos a una nueva aventura, los nervios son una buena señal: significan que estamos alerta y que nos queremos que todo salga lo mejor posible. Si hablamos de la familia anfitriona con los que conviviremos durante meses, ese nerviosismo está más que justificado. ¿Quieres saber cómo metértelos en el bolsillo desde el primer día? Allá van cinco consejos que te ayudarán mucho.
Pero antes, un par de cosillas sobre el concepto de familia de acogida…
¿Por qué elegir host family?
El concepto de host family (o familia de acogida, o familia anfitriona, o homestay; de todas estas formas se llama) está muy arraigado en los programas de estudios en el extranjero y de intercambio de estudiantes porque tiene virtudes muy claras respecto al alojamiento en residencia o dorm. La principal de esas virtudes es la convivencia real con una familia nativa, la mejor garantía de inmersión cultural que quepa imaginar.
Lógicamente, estas familias son cuidadosamente seleccionadas por los responsables de los programas de estudios o por las instituciones educativas de acogida. Su talante acogedor, su actitud abierta hacia jóvenes procedentes de otras culturas y por supuesto su buen desempeño como anfitriones está más que comprobado. Para muchos estudiantes internacionales de secundaria llegan a ser la mejor parte de su experiencia de estudios en el extranjero.
Los cinco consejos
En todos nuestros programas académicos en Estados Unidos, Canadá, Irlanda o Inglaterra ofrecemos la opción de alojamiento en familia porque estamos convencidos de que es muy positiva para el estudiante. Si quieres tenerlo todo a favor, aquí van los trucos y consejos que te prometimos antes.
Calentando motores
No en todos los casos se puede elegir una familia anfitriona para tu estancia de estudios. De hecho, lo más normal es que no puedas elegir. Así que siempre está bien preparar un poco el camino para que el momento de encontraros cara a cara sea lo más natural posible. Si os conocéis antes será mucho más fácil.
Naturalmente esto depende de muchos factores, y no siempre podrás saber con qué familia vas a vivir antes de llegar o no conocerás sus datos… Pero, si es posible, es buena idea enviar una carta o hacer una llamada telefónica para presentarte, contar un par de cosas muy generales sobre ti y aprovechar para preguntárselas a ellos.
Un recuerdo nunca falla
Otra cosa que hacen muchos estudiantes y que siempre da buenos resultados para que el primer encuentro sea fluido es traer algún tipo de regalo a la familia anfitriona. Es una forma de mostrar buena disposición hacia la experiencia y que aprecias el esfuerzo que hacen; al fin y al cabo, ¡esto no es un hotel!
Eso sí, no te pases. No hace falta que te compliques la vida con regalos caros y sofisticados (ni mucho menos). En realidad lo mejor es cualquier detallito sencillo, pequeño y económico, por ejemplo algo que sea representativo de tu lugar de origen y difícil de encontrar fuera de allí: una postal, un imán para la nevera, la clásica figurita…
Las preguntas adecuadas
La primera conversación es un momento clave. Ese en el que te encuentras con cuatro, cinco, seis extraños que hablan en un idioma que no es el tuyo y te invitan a entrar en su hogar. Para ti es un momento extraño, pero para ellos también, así que ¡relájate y todo saldrá mejor! Eso sí, intenta informarte de lo más elemental desde el minuto uno.
Procura mostrar interés por cosas tan básicas como los nombres de cada miembro de la familia o las reglas y costumbres de la casa (sí, todas las casas tienen de esto). Pregunta con franqueza si no sabes muy bien qué hacer en algunos momentos, porque es completamente normal, y aprovecha para explicar cómo funcionan las cosas en tu casa o tu país.
Quédate con los detalles
A lo mejor al hijo menor de la familia le encantan los canguros, el padre detesta ver libros abiertos encima de la mesa de la cocina o la abuela adora los ramos de flores. Cada uno tenemos nuestras preferencias, gustos y manías, más raras o más normalitas; el caso es que pueden ayudarte a ganarte a tu segunda familia.
¿A quién no le gusta que recuerden su cumpleaños, o su color favorito, o su equipo de fútbol/rugby/hockey preferido? Presta atención a los pequeños detalles y tenlos en cuenta si, por ejemplo, decides preparar una tortilla de patata y a nadie en la casa le gusta la cebolla… Esos detalles son el mejor camino hacia una relación cordial y agradable.
Una familia para siempre
Como vais a compartir bastante tiempo juntos, es importante establecer una relación de confianza con todos los miembros de la familia anfitriona. Eso significa hacer algunos pequeños esfuerzos en el día a día. Por ejemplo, mantener conversaciones y realizar actividades (nada de esconderte detrás de la pantalla de tu móvil).
En algunos momentos puede resultarte difícil esa convivencia: comunicarte constantemente en otro idioma es cansado, algunas de las costumbres de la casa pueden resultarte raras y hasta difíciles de entender, y todos tenemos momentos de mejor o peor humor… Es normal. En esas ocasiones, recuerda que estás forjando unos lazos que pueden ir mucho más allá del tiempo que dure tu estancia.
Dos familias, ¡qué suerte!
Convivir con una familia anfitriona durante tu estancia de estudios en el extranjero es una oportunidad de oro para conocer a fondo otra cultura, pero sobre todo para establecer lazos de amistad para toda la vida. ¡Aprovecha!