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A aprender inglés, a la biblioteca… ¡Pero en el extranjero!

Nos encantan las bibliotecas, tenemos que confesarlo. El olor a papel y a polvo, el murmullo de los pasos amortiguados y de las páginas pasando, el “¡shhhh!” del bibliotecario de turno… Son un sito estupendo para aprender inglés, pero también para disfrutar con tesoros ocultos y sentirnos parte de algo mayor que nosotros mismos.

En este texto queremos reivindicarlas. Y no nos referimos (solamente) a las grandes instituciones, esas que impresionan a cualquiera con sus largas hileras de estanterías y sus escritorios en maderas nobles; también a las modestas bibliotecas que podemos encontrar en cualquier centro escolar.

En el contexto anglosajón estas pequeñas bibliotecas de las high schools tienen mucho gancho, tanto para los estudiantes internacionales como para los nativos; pero es que las bibliotecas públicas también son mucho más que simples sitios para tomar libros prestados. Y luego hay cada pedazo de biblioteca por ahí… ¿Te interesa? ¡Sigue leyendo!

Una casa fuera de casa

En iEduex sabemos que estudiar en el extranjero es una experiencia transformadora en diversos sentidos: intelectual, emocional, e incluso físico. Pero también somos conscientes de que es un camino plagado de desafíos desde mucho antes de posar el pie en el lugar de destino elegido; ahora, que cuando llegas es cuando impresiona de verdad…

Muchos de nuestros estudiantes nos cuentan además que las vivencias cotidianas pueden llegar a ser abrumadoras: son muchas cosas nuevas (personas, espacios, clases, profesores, deberes…) en un idioma que, aunque lo conozcamos bastante bien, no es el nuestro; y eso nos pone las cosas más cuesta arriba todavía.

En esos momentos en los que necesitamos hacer una pausa y buscar un refugio tranquilo para aclarar nuestra cabeza a solas con nosotros mismos es cuando una biblioteca revela una de sus caras más amables. Y esto os lo decimos por experiencia propia: Aquí se puede estar tranquilo, pase lo que pase. Lo de aprender inglés ya vendrá solo…

Welcome to wisdom

Porque, efectivamente, las bibliotecas tienen dos caras, la del sitio donde se prestan libros y la del sitio donde se estudia; o sea, se aprende, queremos decir. Y se aprende de algunos de los mejores maestros que se puede aspirar a tener: los libros. Aquí aprendes sobre lo que te interesa, a tu rimo y sin más tareas que las que te pida el cuerpo.

Pero detrás de esto hay algo más. Date cuenta que cuando curiosees entre las estanterías, cuando hojees algún cómic o cuando preguntes algo al bibliotecario lo estarás haciendo en inglés. Esto de aprender inglés (o cualquier otra lengua) mientras haces otras cosas se llama learning by doing o aprendizaje procedimental, y es de lo más efectivo.

Y si necesitas buscar información para un trabajo, te gusta leer novelas o revistas, y descubrir música y cine que ni te imaginas… Entonces no tenemos mucho más que explicarte. Las bibliotecas son como ventanas abiertas a otros universos. El hecho de vivirlas en inglés hace que asomarse sea especialmente enriquecedor.

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Mucho más que un almacén de libros

Pero ahí no queda la cosa, porque resulta que en el contexto anglosajón las bibliotecas desempeñan un papel mucho más activo de lo que estamos acostumbrados en la piel de toro. Funcionan como una especie de centro de ocio para la comunidad, y las actividades gratuitas son la norma: talleres, charlas, exposiciones, pero también laboratorios, actuaciones, quedadas ¡y mucho más!

Y en los centros educativos de secundaria pasa más de lo mismo. En realidad, la biblioteca se convierte aquí en uno de los centros neurálgicos de la casa. Es el espacio donde se articulan numerosas actividades extraescolares (algunas de esas tan raras que tienen). Es el cuartel general de varios clubs. Es un punto de encuentro de los estudiantes y un motor de su vida escolar…

En muchos casos la biblioteca es además un espacio privilegiado de estudio grupal (o individual, claro) o en el que se desarrollan algunas prácticas de las clases de idiomas, humanidades y ciencias sociales. De forma que se convertirá en uno de los sitios que más visitarás cuando estés estudiando allí.

Bonus para bibliotecófilos: cada destino, una biblioteca

Y si ya eres un devoto de las bibliotecas a nivel pro, tenemos una recomendación especial para ti: te vamos a proponer cuatro bibliotecas, una en cada uno de los países de destino que ofertamos, para que las visites cuando vayas por allí. Te dejarán sin respiración.

  • Inglaterra: No es fácil elegir, desde luego, pero puestos a elegir nos quedamos con las Bodleian Libraries de Oxford. Sí, en plural, porque son varias (nueve, nada menos; la cámara Radcliffe seguramente sea la más icónica). Enorme, antigua y preciosa, ¡para entrar tendrás que hacer un juramento!
  • Irlanda: A todos nos suena el Trinity College de Dublín… Pues aquí hay una biblioteca que, si no te suena, debería: la Old Library, y más concretamente la Long Room. Siglo XVIII, 65 metros, doscientos mil volúmenes y fuente de inspiración no solo para aprender inglés, también para hacer películas.
  • Estados Unidos: Nueva Inglaterra y California albergan las bibliotecas estadounidenses más flipantes. Pero nos vamos al estado de Washington, a la Seattle Public Library, un edificio de vanguardia construido en 1998 por el arquitecto Rem Koolhaas. Líneas rectas, blancura y luminosidad extremas. Un millón de piezas.
  • Canadá: Si te pasas por Halifax no puedes dejar de visitar uno de sus iconos. La Halifax Central Library tiene el sobrenombre de “the city’s living room”, y es un edificio multicolor de ambiente vibrante e instalaciones increíbles: aforo de 300 personas, sala de gaming, dos estudios de música, patio en la terraza… Y libros, también.

Así, aprender inglés es fácil

Estudiar secundaria en el extranjero es toda una aventura, y este no es más que uno de sus episodios. ¡Ahora, quien tiene que vivirlo eres tú!