El intercambio cultural y Canadá: perfect match!
Un colegio en el que se encuentran estudiantes canadienses y de las cuatro esquinas del mundo, en una ciudad en la que se hablan dos idiomas oficiales, en una provincia donde conviven poblaciones de origen indígena, europea y asiática, en un país donde se garantizan las libertades individuales; ¿dónde encontrar un mejor ejemplo de intercambio cultural que en Canadá?
Este gran país (en todos los sentidos) pone al alcance de nuestra mano aprender sobre otras culturas al mismo tiempo que nos formamos en un sistema con unos altos estándares de calidad. En este texto te hablamos de lo que cabe esperar de un año escolar en Canadá desde la perspectiva del intercambio cultural. Verás que hay mucho que ganar y nada que perder…
¿Qué es el intercambio cultural?
Evidentemente, aquí no nos estamos refiriendo a las becas de intercambio o a otro tipo de programa escolar en el extranjero (si estáis interesados en esto os remitimos a nuestros programas). Nos estamos refiriendo al intercambio cultural de forma genérica, como un fenómeno no académico sino de enriquecimiento cultural y personal en un sentido amplio.
Si tenemos que definirlo, diríamos que se trata del conjunto de contactos con personas, lugares, objetos, situaciones, ideas y conductas propias de culturas que no son la nuestra. Sí, seguramente sea una definición muy matizable, pero sirve para irnos entendiendo, ¿no? Como cuando vas al centro comercial a pasar la tarde y cenas sushi viendo una peli subtitulada, pero a lo bruto.
Y sí, para aceptar esta definición partimos de la idea de que existen diferentes culturas (aunque sus fronteras sean difusas) y que el contacto entre personas de diferentes culturas puede ser enriquecedor para todas ellas. Aunque nadie dice que sea fácil…
Los desafíos de la interculturalidad
Desde luego, relacionarse con otras culturas, y especialmente sumergirse en una cultura ajena, no es siempre un camino de rosas. De hecho, presenta importantes desafíos; así que desde ya te decimos, con toda franqueza, que si no te interesa conocer otras culturas lo mejor es que te quedes en tu casa.
Normalmente se refieren las fases del intercambio cultural como sigue:
- Encuentro: dos identidades entran en contacto. Se miran, se analizan… lo primero que suelen verse son las diferencias.
- Luna de miel: si la situación no es conflictiva, nos suele encantar todo lo diferente.
- Desencanto: tras un tiempo empezamos a echar de menos «lo nuestro». Mucha gente no pasa de aquí.
- Ajuste: tras el famoso choque cultural llega el verdadero diálogo, y con suerte la comprensión y el respeto.
- Sinergia: empezamos a saber cómo aprovechar lo mejor de cada mundo. ¡Se abre un nuevo horizonte de posibilidades!
El caso canadiense
Los tópicos habituales que se aplican a las sociedades multiculturales, lo de crisol de culturas y todo eso, son aplicables a Canadá. Se advierte fácilmente en la diversidad de orígenes étnicos, lenguas o religiones presentes en el país; seguro que ni siquiera has oído hablar de algunos de ellos y que muchos datos te sorprenderán:
- Sólo un tercio de la población canadiense se identifica a sí misma, étnicamente hablando, como «canadiense». Lo cierto es que una gran parte se reconoce como heredero de más de un grupo étnico, tanto europeos (anglosajones, franceses, alemanes, italianos…) como asiáticos (chinos principalmente, pero no solo) o indígenas. De hecho, más de la mitad se incluye en la rúbrica «Otros».
- Idiomas: sí, el inglés predomina (56% como lengua materna, 86% como lengua de trabajo) y el francés le va a la zaga (21% y 30% respectivamente), ambas lenguas oficiales en todo el territorio (con matices provinciales). Pero casi cinco millones de canadienses tienen otros idiomas autóctonos como lengua de uso, entre lenguas indígenas (65) y dialectos «europeos» (9), con rarezas únicas como el vasco-algonquino (desaparecida).
- Y si hablamos de religión… Dos tercios de canadienses se reconocen cristianos (en sus más diversas manifestaciones, aunque mayoritariamente católicos), y el segundo «grupo» es el que se declara no religioso. Luego vendrían, por número, musulmanes e hindúes. Resumiendo: ¡aquí hay de todo!
Todo esto, junto a otros factores (la escolarización universal, las políticas culturales canadienses, la importante presencia de estudiantes internacionales, los hábitos cotidianos de la población) harán del intercambio cultural un proceso prácticamente inevitable, natural, al estudiar un curso en Canadá.
Las virtudes específicas del caso canadiense
Entonces, ¿Qué podemos esperar cuando decidimos pasar un año académico en Canadá? Aparte de lo evidente, claro (como una inmersión idiomática plena), nos veremos expuestos a una enorme diversidad de formas de vida que nos ayudarán a ver tanto otras culturas como la nuestra propia desde otra perspectiva.
Esto es, aparte de un enriquecimiento personal indiscutible, una gran baza para movernos por un mundo, el del siglo XXI, en el que la globalización impone una movilidad y una apertura de miras sin precedentes en la historia de la humanidad. En los tiempos que corren, saber vivir en diferentes culturas es lo mejor que podemos a prender a hacer.
Además de todo eso, el régimen de libertad asentado en Canadá (y que forma parte integrante, sin lugar a dudas, de la cultura canadiense) y, por qué no decirlo, su alto nivel de calidad de vida, nos ofrecen todo el amparo institucional, legal y social para que no se nos imponga obligación cultural alguna. Aprender a convivir, en definitiva, en un entorno seguro y agradable.