Secundaria en el extranjero: el boom de los “internados burbuja”
Cursar un año (o un semestre) de secundaria en el extranjero sigue teniendo el mismo atractivo de siempre; lo que han cambiado son las circunstancias. Nos referimos, cómo no, a la situación sanitaria de excepción provocada por la COVID-19. En este contexto, enviar a nuestros hijos al extranjero puede parecer para muchos una temeridad.
En realidad, es algo muy discutible. Sin duda todos tenemos una mayor sensación de seguridad teniendo cerca a nuestros seres queridos, pero la realidad es que los virus no conocen de fronteras, y en todas partes las autoridades se esfuerzan por mantener la pandemia a raya aplicando políticas similares; hace poco comentamos al respecto la situación de las vacunaciones…
Lo que sin duda es cierto es que, en busca de mayores garantías de seguridad, muchas familias están poniendo en su punto de mira los internados como solución para reforzar nuestro inglés al tiempo que vivimos una experiencia vital enriquecedora bachillerato en el extranjero y tratamos, al mismo tiempo, de mantener unos altos niveles de seguridad sanitaria. La noticia, en este sentido, son los “internados burbuja”.
Lo que la COVID-19 se llevó
El año 2020 será recordado por millones de personas como un annus horribilis. Por la parte que nos toca más de cerca, miles de estudiantes de secundaria y bachillerato vieron frustradas o desvirtuadas sus expectativas en cuanto a cursar secundaria o bachillerato en el extranjero se refiere. Un alto peaje vital en esos años tan decisivos…
Es lógico que ni alumnos, ni padres, ni instituciones educativas estén dispuestas a tirar la toalla y sacrificar la formación de los jóvenes. De esta manera, se redoblan los esfuerzos para aplicar políticas flexibles pero exigentes que permitan seguir funcionando de manera relativamente normal. Al albur de los vaivenes de incidencias, morbilidades y rebrotes, sí, pero sin renunciar a seguir viviendo.
¿Se puede cuadrar el círculo? Probablemente no. Pero sí se pueden redondear las aristas hasta que se parezca bastante. En esa línea está el auge de demanda que están conociendo tanto en el ámbito anglosajón como más allá los llamados “internados burbuja”, centros docentes que ofrecen a los estudiantes un entorno de movilidad limitada en aras de una mayor seguridad sanitaria.
El nuevo concepto: el “internado burbuja”
La opción en sí misma no es nueva, por supuesto. En las islas británicas, de hecho, es la que más tradición tiene; optar por un internado en Irlanda, por ejemplo, es todo un clásico. Pero recurrir a esta modalidad es cada día más popular también para realizar un curso escolar en USA o en Canadá, entre otros destinos.
El internado es una de las dos opciones de alojamiento más habituales a la hora de estudiar fuera (junto con el alojamiento en familia), y tiene como principal característica el hecho de que los estudiantes se alojan en residencias anexas al centro escolar. Esa característica les ofrece hoy por hoy y a ojos de muchas familias una ventaja comparativa única: una movilidad más fácil de controlar.
Muchos de estos centros han sabido hacer de la necesidad virtud y de cara al curso 2021/22 han reforzado esta particularidad. Bienvenidos al “internado burbuja”, donde la protección de la salud de los alumnos se prioriza mediante una estricta limitación de los contactos fuera del círculo de confianza que forman estudiantes, profesores y personal de servicio.
Recreando la experiencia intramuros
En circunstancias normales, en un buen internado se puede encontrar todo lo que se necesita durante una estancia de estudios de secundaria en el extranjero: las clases, el alojamiento, la alimentación, el ocio tanto al aire libre como entre cuatro paredes… Y además, normalmente, todo ello con altos estándares de calidad.
Y no hay que olvidar eso tan importante que se reclama desde diversas tribunas vinculadas a la educación respecto al debate de la las soluciones virtuales y en línea: la socialización física debe estar presente no ya para aprender un idioma extranjero, sino para desarrollarnos como seres humanos plenamente funcionales.
El ingrediente clave es el espacio. Un centro con amplias instalaciones, terreno propio, zonas verdes, etc. puede perfectamente ofrecer lo que buscamos cuando pensamos en hacer bachillerato o secundaria en el extranjero: estudiar en otro idioma, mejorar nuestro currículum, enriquecer nuestras competencias sociales y culturales, todo en uno.
La vida “ahí fuera”
Una vez dicho todo esto, sería necio por nuestra parte cerrar los ojos a la realidad. O sea, que la vida real continúa tras las verjas de un internado, y que las vivencias cotidianas en una experiencia de este tipo son sumamente enriquecedoras. Desde un trayecto en autobús urbano a una celebración típica, esas cosas forman parte de lo que aprendemos. Y no son una parte menor.
Para quienes no quieran renunciar a normalizar de verdad la dichosa nueva normalidad, una palmada en la espalda: todas las medidas de seguridad que puedas plantearse en España se plantean también en Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos o Canadá. O más. Lo que queremos decir es que también allí están velando por la salud de todos, dentro y fuera de un internado.
Lo que parece claro para la mayoría de nosotros es que no cabe dilatar las cosas y aplicar eso de esperar a ver qué pasa el año que viene. Primero, porque la incertidumbre es ya una constante (y más nos vale habituarnos a ello). Segundo, porque no se tienen quince años toda la vida.
La vida no para, nosotros tampoco
En modo burbuja o a pecho descubierto, ¡no dejes pasar tus opciones de estudiar secundaria en el extranjero! Eso sí, aplica siempre la responsabilidad sanitaria de rigor aquí y allí, ahora y después… Recuerda que la salud de todos depende de todos.