“Se hace saber…” Programas de estudios en inglés municipales
Cada día tenemos todos más claro que aprender inglés en el extranjero no es una opción para nuestros jóvenes, sino una necesidad, si quieren desenvolverse con soltura el en mundo que viene. En esa línea, aparecen cada día más programas de estudios en inglés (aunque sigan siendo pocos) apoyados desde diferentes ámbitos públicos.
Es una iniciativa que celebramos; porque en iEduex sabemos bien que la inmersión lingüística es el camino más seguro para dominar un idioma, porque la experiencia enriquece a quien las personas que la viven, y porque amplía las oportunidades para nuestros estudiantes. También sabemos de la importancia de nuestras becas para muchas familias, y cualquier aporte económico en ese sentido será siempre bienvenido.
Así que es un gusto dar difusión a nuevas opciones que vienen a ampliar el abanico de posibilidades a disposición de los alumnos de secundaria y bachillerato de España para realizar una estancia de estudios en un país anglófono. Lo que más nos llama la atención es que estas opciones procedan de ámbitos municipales, más que entidades superiores (autonómicas o estatales).
El contexto: la era poscovid
Si estudiar inglés en el extranjero tiene una larga tradición (minoritaria, es cierto) entre los estudiantes españoles, todo apunta a que tras el “parón” provocado por la pandemia los números crecerán como la espuma. En ese sentido, la experiencia de los años 2020-2022 nos ha enseñado que el “ahora o nunca” es una verdad como un castillo.
Por otra parte, dejando la pandemia a un lado (si es que eso es posible), la tendencia está clara: el mundo está cada vez más interconectado, y lo que hace una década era una ventaja comparativa (contar con el capital cultural que da la vivencia de desenvolverse de manera práctica en otro idioma) hoy es casi una competencia esencial.
Así, se puede predecir en la era pos-covid-19 (porque lo venimos notando) un interés generalizado de los programas de estudios en inglés. Y, en consonancia, se empieza a atisbar cierta respuesta por parte de las instituciones para facilitar este tipo de actividades formativas. Los primeros en reaccionar, y hasta cierto punto es sorprendente, son algunos gobiernos municipales.
Mismo interés, otra escala
El principio que guía a estos ayuntamientos es el mismo de siempre: proporcionar a los jóvenes de su ciudad mayores y mejores posibilidades de formación. En algunos casos estos programas llevan años en marcha, pero con un impacto muy reducido. Ahora parece que la ambición ha crecido en este sentido.
Recientemente hemos sido testigos de las iniciativas de ayuntamientos como el de Vigo o el de Fuenlabrada, que además que haber fortalecido sus programas de intercambio o viaje, los han complementado con considerables ampliaciones de las ayudas económicas a las familias con menores niveles de ingresos.
La escala, de todas maneras, se impone. Las estadías son mucho más cortas que las que ofrece por ejemplo nuestra agencia. Lógicamente las cuantías son menores y solo cubren parcialmente los gastos. Las opciones de destino al que se desplazan los estudiantes también son más limitadas (Irlanda sí, Canada no, por ejemplo). Y, por supuesto, la concesión está circunscrita al ámbito municipal (los programas solo están abierto para estudiantes locales).
¿Merece la pena?
Esta sería la siguiente pregunta que se suele plantear cualquier familia al conocer esta nueva posibilidad (si es que se ofrece en su municipio, claro): ¿merece la pena? ¿Va mi hijo a realizar una formación adecuada, de calidad, que cumpla con los objetivos que tenemos? En este sentido hay que ser realistas: estas actividades son positivas y están bien estructuradas, pero no rinden el mismo fruto que un año escolar en inglés.
Por una parte está la cuestión de la duración. Hay programas de estudios en inglés cortos (de tres semanas a tres meses) perfectamente estructurados, con una interesante curva de aprendizaje para los participantes y económicamente más asequibles. Pero realizar un curso escolar completo es, tanto desde una perspectiva pedagógica como vivencial, la opción ideal.
Y por otra parte, desde una perspectiva académica, está la cuestión académica de la certificación de estudios (las famosas acreditaciones y convalidaciones de estudios). Desde una perspectiva amplia, las estancias de estudios más cortas son difíciles de reconocer por las entidades administrativas o educativas, sean públicas o privadas; y suelen contar poco en un currículum.
Un complementario perfecto para los muy viajeros
Esto (que sean estancias cortas y no convalidables) no quiere decir que sean, como dicen algunos, “una pérdida de tiempo”. Ni mucho menos. Pero sí sería bueno dar a cada cosa el valor que tiene y saber elegir estratégicamente qué nos conviene en cada momento. ¿Dónde dice que ambos modelos no sean compatibles?
Vemos un escenario en el que las estancias más “serias” y estas otras estancias más fugaces y lúdicas (porque el componente “turístico” tiene más peso que el “académico”) armonizan a la perfección y ambas contribuyen al desarrollo del estudiante no ya solo como estudiante, sino como persona en proceso de maduración.
Así, por ejemplo, se podría optar por una estancia municipal corta “para probar” antes de animarnos con una estancia de curso completo; o bien, para quien ya ha vivido eso, puede ser una forma de recrear la experiencia a pequeña escala, en un destino diferente y de una forma más relajada.
¿Más programas de estudios en inglés? ¡Bienvenidos sean!
Desde nuestra perspectiva, está claro que iniciativas como las de Fuenlabrada y Vigo son pioneras. En ese sentido, es probable que veamos surgir cada día más ayuntamientos siguiendo su estela. Y ojalá así sea.