Fomentar la autonomía de nuestros hijos con una estancia de estudios en el extranjero
Los hijos crecen sin parar (y a toda velocidad). Tarde o temprano, comienzan a desarrollan una mayor autonomía, y eso es lo que todos queremos. Pero no siempre es un camino fácil. En ese sentido, ¿de qué manera puede ayudar a nuestros hijos una estancia de estudios en el extranjero?
Colaborar en las tareas domésticas cotidianas, planificar su tiempo, gestionar pequeñas cantidades de dinero, comenzar a tomar decisiones vitales… Son algunos de los aspectos relacionados con la autonomía personal de nuestros hijos en los que más nos fijamos los padres cuando llegan a cierta edad. Algunos son más problemáticos que otros.
En este artículo queremos ofrecer una perspectiva de las estancias de estudios fuera de casa que a veces pasa desapercibida, pero que, de acuerdo a nuestra experiencia, nos parece esencial: es una forma muy eficaz de fomentar la autonomía de nuestros hijos.
¿Qué es la autonomía personal?
La adolescencia es una encrucijada vital en la que se deciden muchas cosas, y a muchos niveles, pero particularmente en dos sentidos clave: en cuanto a la formación académica se refiere, y también (más importante todavía) en cuanto a la formación de la personalidad que terminará de asentarse cuando lleguemos a la edad adulta.
De los desafíos de la educación actual y de las virtudes de una estancia de estudios en el extranjero como ventaja competitiva ya os hablamos en este otro artículo. Hoy nos centraremos en la autonomía entendida en el sentido que le dan los psicólogos: la capacidad de tomar decisiones y asumir las responsabilidades que se derivan de ellas.
Así como abundan las definiciones de esta faceta de la personalidad, también es difícil concretar aspectos, conductas o ritmos. Está claro que cada uno va madurando y ganando en autonomía a su ritmo. Y eso está bien. Igualmente, está claro que los padres estamos ahí, como de costumbre, para echar una mano. Aunque no siempre es fácil saber cómo hacerlo…
El papel de los padres: facilitar sin estorbar
A nadie se le escapa que en los últimos años y por diferentes razones se ha creado una cierta tendencia a la sobreprotección de los hijos por parte de los padres. Se han empleado distintas metáforas para definir algunas de estas conductas; así, a veces somos padres y madres “helicóptero”, “apisonadora”, “managers”, “guardaespaldas”…
Es una tendencia hasta cierto punto comprensible, pero en absoluto beneficiosa para los hijos. Estas prácticas en las que todos caemos de vez en cuando no ayudan a desarrollar su independencia, su capacidad de autocrítica y su competencia en la resolución de problemas, elementos claves para una personalidad plena y funcional.
De todas maneras, fomentar la autonomía en nuestros hijos no implica desentenderse de ellos, evidentemente. Significa más bien ofrecer las posibilidades para que se desarrolle esa autonomía en un entorno controlado. Es en ese sentido en el que estudiar un año fuera puede resultar, como hemos dicho otras veces, un entrenamiento magnífico.
El campo de prácticas ideal
Como decíamos antes, la toma de decisiones y la asunción de responsabilidades son los pilares de la autonomía. Veamos algunos ejemplos de cómo se practica la autonomía durante una estancia de estudios en el extranjero:
- Previamente hay que buscar un montón de información (en cuanto a desplazamientos y movilidad, por ejemplo).
- El contexto de incertidumbre que necesariamente preludia esta experiencia es una especie de “travesía en el desierto” muy enriquecedora.
- Tras su aterrizaje en terra incognita se verán en la necesidad de “superar pruebas”: cuidar el equipaje, llegar a su destino final, ordenar su nuevo cuarto, conocer mucha gente nueva… Son pasos pequeños, pero decisivos.
- Gestionar horarios, actividades escolares y de ocio, presupuesto y relaciones personales… son algunos de los ejercicios cotidianos de autonomía que realizarán sin apenas darse cuenta.
- Se verán en la necesidad de tomar algunas decisiones esenciales. ¿Necesitará una tarjeta de crédito o un teléfono móvil del país? ¿Se apuntará a esa actividad extraescolar o a ese viaje con amigos? ¿Qué imprevistos afrontará?
- La sensación de libertad asociada a estar lejos del nido suele constituir una excelente motivación tanto escolar como vital, y un revulsivo para ver ese nido de una forma muy diferente…
No te hemos mencionado las posibles consecuencias derivadas de las decisiones asociadas a estos ejemplos. Ni falta que hace, ¿verdad? El lado bueno es que las lecciones aprendidas tanto en la fase de toma de decisiones como en la de asunción de consecuencias son igualmente constructivas para la formación de la personalidad.
En resumen: unas prácticas de autonomía
No te diremos que se van unos niños y vuelven unos adultos hechos y derechos; de hecho, tampoco es lo que se pretende. Esto no es West Point. Pero sí que es probable que notes algunos cambios (en cuanto a madurez se refiere) que, por regla general, sorprenden y agradan mucho a los padres de los alumnos.
Después de todo esto, que está muy bien, ¿qué hacemos nosotros, como padres? Desde una perspectiva general, sería muy interesante dejarles llevar a ellos la iniciativa en la decisión, las elecciones y la preparación de su estancia de estudios en el extranjero. Los que se van son ellos, ¿no? Pues eso.
El mero hecho de decidir vivir una experiencia de este tipo ya es toda una declaración de intenciones y un ejercicio de autonomía, quizás el más esencial de todos. Si ya estáis en ese camino… ¡enhorabuena!
Una estancia de estudios en el extranjero es provechosa… ¡en muchos sentidos!
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